03 mayo 2012

LA VID ENFERMA


PLAGAS:




POLILLAS DEL RACIMO:

Existen varias especies de lepidópteros que pueden conocerse como polillas del racimo pero en España solo destaca la especie Lobesia botrana Den. y Shiff. Esta especie presenta tres generaciones al año y, algunas veces en clima favorable, hasta cuatro.
Los daños están provocados por las larvas de la primera generación que destruyen los botones florales, flores e incluso frutitos recién cuajados, que reúnen en glomérulos o nidos en los que vive. Las larvas de segunda y tercera generación producen daños más severos e incluso pérdida de cosecha y sobre todo la calidad en la uva de mesa, debido a que se alimentan de las bayas y penetran en ellas. A estos daños directos se asocian daños indirectos como podredumbres del racimo. Se pueden emplear técnicas de confusión sexual, utilizando para ello difusores estándar o difusores cebados con feromona más un repelente. Este método es la mejor alternativa a los tratamientos químicos, sobre todo si estos no son realizados de forma adecuada ni en el momento oportuno. En las plantaciones en las que se utiliza este método, el control eficaz de la primera generación de esta plaga es fundamental para asegurar a lo largo del ciclo de cultivo una menor incidencia de la plaga. Resulta imprescindible conocer tanto la eficacia de las diferentes materias activas como el momento más adecuado de su aplicación, ya que la primera generación de la polilla, suele durar más de dos meses, por tanto resulta difícil establecer el momento idóneo para su control. Si se desea emplear productos biológicos, se puede aplicar Bacillus thuringiensis, coincidiendo con el inicio de la eclosión de los huevos.
Se pueden emplear otros métodos alternativos como: métodos autocidas, mediante el empleo de machos estériles; empleo de reguladores del crecimiento, es decir, sustancias análogas a las hormonas juveniles.
Momento del tratamiento.
Ya hemos dicho que el momento de realizar el tratamiento debe ser el máximo de la curva de vuelo, cuando ya ha tenido lugar la oviposición y se detectan las primeras eclosiones de los huevos. Hay que procurar que las larvas no causan daños y además cuanto más pequeñas sean las larvas, más sensibles son al producto aplicado. No hay que retrasar la intervención ya que el daño progresa rápidamente. Aunque el tratamiento sea muy eficaz y mate las larvas, no se eliminan las heridas que hayan podido causar. En cuanto al número de tratamientos, en uva para vinificación, normalmente es suficiente 1 tratamiento para cada generación. En ciertos casos, cuando las poblaciones son muy numerosas o porque la calidad del tratamiento sea defectuoso, o en el caso de que se produzcan lluvias que laven el producto aplicado, puede ser necesario hacer más de una aplicación, en especial cuando el producto aplicado tenga una persistencia menor que el período de eclosión de huevos.
Productos y sistemas de aplicación.
Hay muchos productos (materias activas) autorizadas, abundando los del grupo de los ésteres fosfóricos. Entre otros. Se recomiendan: Acetato. Carbanil, Clorpirifos, Diazimon, etil-aginfos, Etrinfos, Fenitrotión, Fosalone, Malation, Metilaginfos, Metilparatión, Tetraclorinfos, Triclorfón.
Las piretrinas (ciperrnetrina, alfaciperrnetrina, deltametrina ..., etc.) son muy efectivas en el control de piral, polillas, gusanos grises y otros parásitos, pero tienen el inconveniente de que al ser de amplio espectro de acción, son poco respetuosas con los parásitos y depredadores, potenciando así las poblaciones de ácaros. Este inconveniente que tienen los piretroides se consigue mezclándolos con "azufre". El azufre aparte de controlar el oidio, es un frenante de ácaros, por lo que él mezclarle con las piretrinas, las poblaciones de ácaros no se ven incrementadas. Dado que el control de las polillas es esencialmente preventivo, se deberán elegir productos que al menos tengan una persistencia de 12 días. Es fundamental que se emplee una buena técnica de aplicación, de tal forma que como lo que hay que proteger es el racimo, el producto debe llegar a ellos impregnándolos, de lo contrario, el tratamiento puede ser ineficaz. Cuando el racimo está muy cerrado y/o la cepa muy cubierta por hojas, los tratamientos en espolvoreo son más eficaces, ya que el polvo llega a todas partes. En estos casos hay que tener en cuenta que la persistencia de los formulados en espolvoreo es menor que cuanto lo son para su aplicación vía húmeda en pulverización.





PIRAL:

Se trata de una mariposa cuya oruga devora tanto las hojas como los racimos jóvenes.
Pasa el invierno en estado de oruga, envuelta en un pequeño capullo blanco, debajo de la corteza de la madera. En primavera la oruga pasa a las yemas y aglomera los brotes en paquetes sedosos. A continuación ataca las puntas terminales de los pámpanos enrollando las hojas, después baja hacia los racimos jóvenes sobre los que teje una tela. Los daños continúan hasta que la oruga se transforma en ninfa a finales de primavera. Las mariposas aparecen en verano y hacen la puesta bajo las hojas de la viña. La eclosión de los huevos tiene lugar una semana después; las orugas se dejan caer por un hilo de seda, penetran bajo las cortezas y forman una capullo para pasar en él el invierno. Los tratamientos de invierno se efectúan antes del desborre y los tratamientos de primavera cuando se tengan 5-6 hojas desplegadas.
En España y otros países existe una amplia experiencia sobre la eficacia contra Piral de diversos productos aplicados durante el reposo de la vid o justo al iniciar su actividad (tratamientos de invierno). Los oleofosforados (en el estado B/C) dan resultados altamente satisfactorios; es de destacar sin embargo que la máquina de tratamientos debe suministrar una buena presión (al menos 15 kg/cm2). Es recomendable el uso de clorpirifos (sólo formulaciones autorizadas), tebufenocide, lufenuron, flufenoxuron, fenitrotion o triclorfon. Atendiendo a las normas técnicas de Producción Integrada máximo de 1-2 aplicaciones al año. Estos tratamientos no inciden demasiado sobre la fauna útil y, en cambio, añadidos a la reducción natural del 80% hacen que las poblaciones de orugas se reduzcan al mínimo y no causen daños de consideración. El seguimiento en primavera es necesario para evitar tratamientos de eficacia aleatoria contra "Piral" pero posiblemente funestos para la fauna útil.




ÁCAROS TETRANÍQUIDOS:

Los ácaros tetraníquidos, Panonychus ulmi y Tetranychus urticae pueden causar daños potencialmente elevados en las superficies vitícolas cuando las condiciones estivales les resultan favorables. Los daños producidos consisten en un descenso de la graduación de azúcar, retraso en la maduración e incompleta lignificación de los pedúnculos. Los tratamientos se verifican en el transcurso de la estación cálida (junio-septiembre), encontrándose, al menos, de 3 a 4 ácaros por hoja. Es importante realizar un seguimiento de sus densidades de población y aplicar productos autorizados.
Medidas preventivas y culturales.
Eliminar restos de cultivos anteriores y malas hierbas.
Utilizar mallas en bandas del invernadero.
En parcelas con antecedentes de araña roja, tratar la estructura y suelo, antes de realizar una nueva plantación.
Emplear dosificaciones de abonos equilibradas. Un exceso en nitrógeno favorece el desarrollo de la araña roja.
Vigilar los primeros estados de crecimiento de la planta, pues los ataques son más graves.
Lucha química.
La lucha química se debe de empezar a utilizar, cuando se detecte la plaga, sobre todo en los primeros estadios de desarrollo. El tratamiento debe de ir dirigido a los focos, si éstos están bien delimitados. Se ha de prestar atención a las lindes de las parcelas, y bandas de invernaderos, que es por donde suelen producirse la entrada. Debido a la gran resistencia que presentan ante los acaricidas, se debe de alternar las materias activas utilizadas, y por este motivo, intentar evitar en lo posible, los tratamientos preventivos. También ha de tenerse presente, que el uso de piretroides y algunos insecticidas fosforados, hacen posible que las poblaciones de este ácaro se vean incrementadas. El empleo excesivo de piretroides cuando se espera la presencia o ataque de araña roja, sobre todo de la primera generación, consigue eliminar a los depredadores y modificar la epidermis de la hoja haciendo más fácil la alimentación de la araña. Aumentan las poblaciones pues cualquier producto fitosanitario modifica la fisiología de la planta. Aumenta la fecundidad de las hembras porque acorta su ciclo de vida, acelerando el desarrollo. Los piretroides de última generación no tienen estos problemas ya que son acaricidas. Por último, mencionar como materias activas recomendadas en función de cultivos, estado fenológico y acción que ejercen sobre huevos, larvas y adultos las siguientes: amitraz (huevo y larva), abamectina (formas móviles), bromopropilato (huevo, larvas y adultos), Tetradifón (huevo y larvas), azufre (acción frenante), dicofol + azufre, fenbutestán, hexitiazox, tetradifón +dicofol.
Control biológico.
La lucha biológica se realiza principalmente gracias a la acción depredadora que ejercen los ácaros fitoseidos: Amblyseius californicus y Phytoseiulus persímilis. También son depredadores los coleópteros Suymus mediterraneus y Stehorus spp.; los neurop- terosontocóridos del género Orius; y también míridos como Cyrtopeltis tenuis; tisanópteros de los géneros Scelothrips, Aelothrips y Frankliniella. Comercialmente existen productos biológicos para el control de araña roja, a base del ácaro Phytoseiulus persímillis, que actúa como depredador de huevos, larvas y adultos.

ACARIOSIS:

Se conoce así a los daños producidos por un pequeño ácaro de la familia de los eriófidos (Calepitrimerus vitis Nal., sin. Phyllocoptes vitis Nal.). Los síntomas durante el inicio de la brotación se manifiestan por una brotación anormal muy lenta, hojas abarquilladas con abultamientos, nervios de las hojas muy patentes, entrenudos cortos y un mal cuajado. Las hojas presentan numerosas picaduras que se ven por transparencia, rodeadas de minúsculas manchas claras. Los daños más importantes están causados por las hembras invernantes al iniciarse el desborre, ya que dificultan la brotación de las yemas, provocando posteriormente el aborto de algunas flores y un mal cuajado.Como medidas culturales se aconseja quemar todos los restos de poda y no coger para injertar sarmientos de las parcelas atacadas.
Para el control químico de la acariosis se recomienda realizar tratamientos en punta verde con aceites de invierno + Etion o Paration o Metil-paration, o bien con aceite de verano 70% + Quinalfos 2%, presentado como concentrado emulsionable, a una dosis de 1-1.5%. También se pueden emplear materias activas como azufre en espolvoreo, Bromopropilato o Endosulfan.


HONGOS:




OIDIO:

El agente causal es Uncinula necator Burr., originario de América del Norte, pero ampliamente extendido en España. Cuando las condiciones climáticas son favorables para su desarrollo puede provocar la pérdida total de la cosecha. Según la región vitícola, recibe diferentes nombres: ceniza, cenicilla, polvillo, polvo, cenillera, cendrada, sendrosa, sendreta, malura vella, roya, blanqueta, etc.
El oídio, a diferencia del mildiu, necesita de elevadas temperaturas, una atmósfera seca exenta de humedades y noches frescas.
El oídio en la viña se conserva bajo dos formas:
En estado de peritecas, órganos resistentes, en la superficie de los sarmientos.
En estado de micelio en el interior de las yemas.
En primavera, el parásito invade los pámpanos salidos de las yemas contaminadas. Los filamentos de micelio se desarrolla en los órganos verdes, a los que parasita por medio de haustorios. Cuando las condiciones ambientales son favorables, el micelio emite conidios, que se extienden sobre los órganos sanos situados cerca de los órganos contaminados y germinan y propagan la enfermedad. Este hongo ataca a todos los órganos verdes de la vid, pero prefiere los brotes, sarmientos y racimos. Los síntomas y daños más destacados son:
 En hojas. Se observa un polvillo blanco ceniciento tanto en el envés como en el haz, que puede llegar a cubrir la hoja por completo. Debajo del polvillo se aprecian unos puntitos necrosados. A veces los comienzos del ataque se manifiestan como manchas pequeñas de aceite en el haz, junto a unas punteaduras pardas. Cuando los ataques son intensos, las hojas aparecen crispadas o abarquilladas y recubiertas de polvillo por el haz y el envés.
En brotes y sarmientos. Los síntomas se manifiestan por manchas difusas de color verde oscuro, que van creciendo, pasando a tonos achocolatados al avanzar la vegetación y a negruzcos al lignificarse el brote.
En racimos. Al principio los granos aparecen con un cierto color plomizo, recubriéndose en poco tiempo del polvillo ceniciento, formado por los órganos de multiplicación del hongo (los conidios), debajo de los cuales se encuentran, a menudo, retículos necrosados de color pardo-oscuros. En esta zona dañada, se forman rasgaduras producidas por el engrosamiento de los granos de uva y por la poca elasticidad de la piel.
Los daños más importantes se localizan en los racimos, ya que los ataques fuertes provocan la detención del crecimiento de la piel, por lo que ésta se agrieta y se raja el fruto. También se produce un mal agostado de los sarmientos y se favorece la penetración de la podredumbre gris (Botrytis cinerea). Cuando Uncinula necator causa mayores daños es durante la floración del racimo, provocando el aborto floral y siendo causa del corrimiento.
Control.
Emplear la poda en verde para aumentar la aireación, ya que se crea una ambiente poco favorable al desarrollo del hongo y por otra parte favorece la penetración de los fungicidas. Destrucción de la madera de poda afectada, con manchas en sarmientos al final de la vegetación. En la lucha química contra el oídio existe una amplia gama de productos y estrategias de control. Entre los productos destaca el azufre en polvo, con unas limitaciones en cuanto a la temperatura tanto en primavera superior a 18ºC para su eficaz actuación como en verano, no superiores a los 35ºC para evitar quemaduras. Es importante alternar diferentes productos sistémicos para evitar resistencias. Las estrategias de control varían según las condiciones meteorológicas, aumentando o disminuyendo el número de tratamientos, pero que en general se aplican cuando:
Los brotes tienen unos 10-15 cm.
Al inicio de la floración.
Entre grano tamaño guisante e inicio del envero.
Al ser esta enfermedad de desarrollo externo, se puede combatir una vez que aparece (el Mildiu sólo puede prevenirse). En aquellos sitios donde la enfermedad no sea crónica, se puede esperar hasta que veamos los primeros síntomas y tratar con azufre (en pulverización o espolvoreo). El producto más utilizado es Azufre, el histórico preventivo y de control en las primeras fases de desarrollo de la enfermedad. Es barato y además frena a los ácaros. Dinocap se usa mucho menos eficaz. No tratar con Azufre con temperaturas superiores a los 32ºC puesto que se pueden producir quemaduras en las hojas. Aplicar el azufre a primeras horas de la mañana o últimas de la tarde, para evitar quemaduras que pueden darse con temperaturas altas. Como norma general, habrá de tenerse en cuenta que el azufrado se hará después del tratamiento con Caldo bordelés (sulfatado) y no antes, para evitar quemaduras. Debe hacerse en espolvoreo. Se pueden utilizar otros productos sistémicos como penconazol, fenarimol, triforina y muchos más; o aplicarlos en zonas endémicas, donde es previsible la presencia del hongo.







MILDIU:

Esta es una de las enfermedades más conocidas y más graves, ya que si las condiciones ambientales le son favorables, puede atacar a todos los órganos verdes de la vid, provocando la pérdidas de hasta el 50% o más de la cosecha. Está provocada por el hongo Plasmopara viticola Berl. y de Toni. y aparece en regiones en las que el clima es cálido y húmedo durante el periodo de crecimiento vegetativo, siendo los síntomas que produce:
En hojas. Se distinguen las típicas manchas de aceite en el haz, que se corresponden en el envés con una pelusilla blanquecina si el tiempo es húmedo. Al final de la vegetación estas manchas adquieren la forma de mosaico pardo-rojizo. Los ataques fuertes producen una desecación parcial o total de las hojas e incluso una defoliación prematura, que repercute en la cantidad y calidad de la cosecha, así como en el buen agostamiento de los sarmientos.
Brotes y sarmientos. Los brotes afectados se curvan, cubriéndose de una pelusilla blanquecina constituida por esporas del hongo, infectándose también pecíolos, zarcillos e inflorescencias, que pueden secarse y caer si el ataque es fuerte.
Racimos. Pueden ser atacados precozmente, apareciendo una típica curvatura en S, así como un oscurecimiento del raquis que puede recubrirse posteriormente de una pelusilla blanquecina. Los granos pueden ser atacados inicialmente o posteriormente a través de los pedúnculos. En ataques tardíos, los racimos no se recubren de una pelusilla blanca pero adquieren un color pardo y se secan (mildiu larvado).
La actividad de Plasmopara viticola se inicia en primavera con la germinación de los conidios, que han pasado todo el invierno sobre las hojas caídas al suelo, dando salida, de su interior, a las zoosporas móviles mediante flagelos, que se deslizan por la planta huésped propagando la infección y penetrando en el interior de las hojas a través de los estomas. Con la penetración de la zoospora se inicia el periodo de incubación. Al final de este periodo, surgen las esporas estivales, que darán origen a la segunda generación. Esta situación se repetirá según la humedad ambiental, hasta que en otoño, el hongo entrará en una fase de reposo, diferenciando en las hojas, que luego, caerán los conidios. Por desarrollarse las zoosporas en la superficie del suelo, no pueden invadir la planta sin entrar en contacto con ella, remontándose por las hojas, que por la inclinación de los sarmientos rozan con el suelo, o por una fuerte lluvia que pueda salpicar las de partículas minúsculas de tierras infectadas de zoosporas. Plasmopara viticola provoca las lesiones primaverales primarias, cuando se verifican, las siguientes condiciones:
Longitud del brote de, al menos 10 cm.
Caída de una lluvia de 10 mm como mínimo.
Temperatura superior a 10ºC.
En estas condiciones, se produce la primera infección que, al término del periodo de incubación dará origen a la mancha de aceite y al moho blanco.
Lo importante es realizar el tratamiento en la época adecuada. Cuidado con los calendarios que pueden hacer totalmente ineficaces los tratamientos.
El hongo necesita humedad y temperatura entre 15 y 25ºC para su desarrollo, por lo que las lluvias, nieblas o rocíos seguidos por días calurosos son las condiciones óptimas. Realiza tratamientos cuando las condiciones climáticas del año, sobre todo en los momentos más susceptibles al ataque del hongo, que son:
Cuando los racimos se hacen visibles, teniendo la mayoría de los brotes una longitud de 5 a 10 centímetros.
Al comienzo de la floración.
Cuando los granos tienen el tamaño de un guisante (también ataca a fruto).
Al inicio de la brotación primaveral usar tratamiento preventivo. Cobre solo o con Dictiocarbamatos. Se dan hasta 6-8 tratamientos contra Mildiu, sobre todo en primavera.
Pulverizaciones preventivas con Caldo bordelés, oxicloruro de cobre o dictiocarbamatos (captan, zineb, mancozeb, etc.).
Se pueden dar 3-4 tratamientos preventivos con Cobre y cuando haya condiciones favorables se pasa a otros productos:
Penetrantes: máximo 24 horas después de producirse las condiciones favorables, por ejemplo, la lluvia. Cimoxanilo, Clortalonil y otros.
Sistémicos: entre las 24 y 72 de producirse la lluvia, máximo 72 horas (2 días) después de producirse las condiciones ideales. Metalaxil, Fosetil-Al.






BOTRYTIS O PODREDUMBRE GRIS:

Botrytis cinerea se manifiesta en los órganos herbáceos (hojas, brotes e inflorescencias), en las estacas-injerto en cámara caliente de estratificación y principalmente sobre los racimos.
La contaminación puede producirse directamente por penetración de los filamentos germinativos procedentes de conidios o de micelios. También puede hacerse por las heridas producidas por los gusanos del racimo, el granizo o cualquier causa que altere la piel.
Los síntomas más importantes son:
En hojas. En el borde del limbo aparecen amplias necrosis que tienen el aspecto de quemaduras, que en condiciones de humedad pueden presentar sobre el borde las manchas un polvillo gris. Los ataques en hojas no suelen tener importancia económica.
En brotes jóvenes y sarmientos. Los primeros síntomas se manifiestan por la presencia de manchas alargadas de color achocolatado, que se recubren de una pelusilla grisácea si el tiempo es húmedo. Al final de la vegetación parecen unas manchas negruzcas y alargadas sobre un fondo blanquecino a lo largo del sarmiento y principalmente en su extremo, que agosta mal y tiene poca consistencia. Los ataques pueden ocasionar la pérdida de algunos brotes jóvenes, con la consiguiente disminución de cosecha y posteriormente de algunas yemas de la base de los sarmientos, que no brotan al año siguiente.
En racimos. Los síntomas durante la floración y el cuajado se manifiestan sobre las inflorescencias y en el raspón del racimo en forma de manchas de color marrón oscuro. Durante el envero los frutos presentan un aspecto podrido y sobre su superficie se desarrolla un moho grisáceo característico. La invasión de Botrytis sobre el racimo recién formado causa su completo secado, en cuyo caso el hongo puede permanecer en los residuos florales para atacar a otros racimos en curso de maduración. También provoca una disminución de la calidad de los futuros vinos debido a la degradación de las materias colorantes, la destrucción de la película que contiene las sustancias aromáticas, la reducción del grado alcohólico, el aumento de fijación de SO2 y la acidez volátil de los vinos.
Las variedades de uva más vulnerables son las de grano de piel fina, cuya sensibilidad aumenta con la humedad, facilitando la penetración de sus filamentos en el grano de uva provocando su podredumbre.
Se trata, como máximo 3-4 veces no repitiendo el mismo producto más de dos veces seguidas, y en cualquier caso el último tratamiento debe realizarse 21 días antes de recolección. Para obtener una buena eficacia es necesario emplear maquinaria con presión suficiente para que produzca gotas de pequeño tamaño y mojar bien ambas caras del racimo.
Se recomienda Iprodiona, Promicidona, tolifluanida (sólo hasta inicio de envero en uva de vinificación), Carbendazima, Vinclozolina, folpet o folpet+carbendazima ( ambas posibilidades sólo hasta inicio de envero en uva de vinificación), Pirimetanil, ciprodinil+fludioxinil (estos dos últimos sólo en uva de vinificación), mepanipirim (sólo en uva de vinificación), Fenhexamid y Metil tiofanato.

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